Este sermón, presentado por el Pastor Héctor Abraham de la Iglesia Comunidad de Gracia, se centra en el conocido pasaje de la mujer sorprendida en adulterio, Juan 7:53–8:11. Aunque esta historia no se encuentra en los manuscritos más antiguos del evangelio de Juan, el pastor la toma como una ilustración poderosa del carácter de Cristo, su sabiduría, justicia y misericordia.
Estructura del mensaje:
1. Contexto textual
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El pastor aclara que este texto ha sido considerado una adición tardía por muchos eruditos. Sin embargo, la tradición lo ha conservado por su valor moral y teológico.
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A través de la crítica textual, se afirma que tenemos una Biblia altamente confiable, reconstruida con más del 99.5% de precisión.
2. El Pecador delante de Cristo: 4 puntos claves
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La Acusación: La mujer es expuesta en su pecado, pero los acusadores muestran hipocresía. Solo traen a la mujer, no al hombre, lo cual revela una intención maliciosa más que justicia.
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El Dilema: Si Jesús la absuelve, parecerá ir contra la Ley de Moisés. Si la condena, perderá su reputación de misericordioso. Es una trampa legal y espiritual.
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La Sentencia: Jesús responde con sabiduría divina: “El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra”. Uno a uno, los acusadores se retiran. Solo Cristo, el único sin pecado, permanece con ella.
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La Gracia: Jesús no la condena, pero tampoco aprueba su pecado: “Ni yo te condeno; vete y no peques más” (Juan 8:11). Aquí se refleja la gracia salvadora que no niega la justicia, sino que la satisface por medio del sacrificio de Cristo.
Versículos bíblicos clave complementarios:
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Romanos 3:23-24:
“Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia…” -
Romanos 8:1:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…” -
Salmos 85:10:
“La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron.” -
Gálatas 6:1:
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre…” -
Romanos 2:1:
“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo…”
Mensaje central:
El sermón presenta una profunda enseñanza sobre cómo Cristo une la justicia y la misericordia en una sola acción redentora. Todos somos como la mujer: culpables y necesitados de gracia. Jesús no ignora el pecado, sino que lo enfrenta con justicia perfecta y amor inmerecido, llevándolo Él mismo a la cruz.
Reflexión final
La historia de la mujer sorprendida en adulterio no es solo una escena conmovedora del ministerio de Jesús; es un espejo donde todos podemos vernos reflejados. Todos hemos pecado. Todos hemos sido arrastrados, en algún momento, al centro de una plaza de acusaciones —a veces por otros, a veces por nuestra propia conciencia.
Y ahí, en medio de nuestra vergüenza y merecido juicio, está Cristo. No con una piedra en la mano, sino con gracia en los labios y justicia en el corazón.
“Ni yo te condeno… vete y no peques más.”
Estas palabras resumen el evangelio:
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Cristo no ignora el pecado.
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Cristo no aprueba el pecado.
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Cristo paga por el pecado.
Jesús no justificó a la mujer porque su pecado fuera leve, sino porque Él mismo cargaría con esa culpa en la cruz. Por eso, su perdón no es barato, es costoso: le costó la vida.
Hoy, si tu conciencia te acusa, no huyas. Acércate.
No necesitas excusas ni máscaras. Necesitas gracia.
Y en Cristo hay gracia suficiente.
Como dijo el pastor: «Un pecador delante de Cristo es como un sediento frente a una fuente de agua.»
No te vayas con la sed del alma sin probar del agua viva.